lunes, 3 de octubre de 2011

De vuelta de la montaña


Os dejo algo que escribió un montañero vasco llamado Andrés Espinosa en 1927.... Hay cosas que no cambian.

lYa estoy en el Mulhacén! He llegado por fin al ansiado pico y, ahora, olvidando
las fatigas, reboso satisfacción y contento.
Al amparo de un gran peñón, quedo resguardado del furioso vendaval que cada
vez sopla con mayor brío, y contemplo el mar. (Mediterráneo, azul Mediterráneo!
[Mare Nostrum! Tú, que cubres con el manto de plata de tus ondas la antigua
Atlántida. Tú, que has contemplado las exquisiteces de Atenas, los esplendores de
Alejandría, las suntuosidades de Roma... Tú, traes al gigante Mulhacén, en el lomo
azul de tus aguas purísimas, la quietud y la paz de los campos virgilianos, los
rumores de disputas filosóficas, recuerdos de los muertos esplendores alejandrinos...
Tú, besas los pi« del gigante, que hacia tí se inclina para recoger la canción de amor
que cantan los blancos rizos de tus olas azules... Sin tí, ¿no parecería perdido en su
hosquedad agreste...? Tú le das dulzura, calor de humanidad. ¡Mediterráneo, azul
Mediterráneo...!
El macizo de la Alcazaba que se encuentra al E y las vertientes del Noroeste, se
hallan cubiertas de nieblas.
Existe a un lado de la cima una ermita dedicada a la Virgen bajo la advocación
de N.a S.» de las Nieves.
Esta cumbre da la verdadera impresión de la montaña brava, con sus enormes
riscos, su soledad hosca, el silbido del vendaval y las nieblas. Todos estos elementos
me obligan a regresar y, dejando mi tarjeta en lo más alto de una gran peña, abandono
el pico más alto de España a las tres y cuarto de la tarde.

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